miércoles, 29 de mayo de 2013

Los recuerdos infinitos

Ninguna pronuncia el tiempo como tú lo haces,
así, deteniéndolo mientras lo despeinas.
Atrapándolo en el recuerdo
de tu sonrisa.

Lloro el paso del tiempo,
que emperifollado, ya ni me saluda.
Corre con prisa.

Un escalofrío recorre mi sombra
y dejo mis pies marcados en esta playa
de relojes de arena y agua con sal,
y pienso en tu carmín sobre aquella copa.

Las sombras, vida mía, son mi recuerdo.
Y a veces te encuentro 
en las luces de las noches más oscuras.
Recuerdos, esta vez borrosos, quedan
opacos y hundidos en la exasperación
de no cruzarme al olvido en cada esquina
muerta, rota y gris,
y humeda y gastada
de tanto amar sin amar
a pasados recurrentes muertos.

Sólo amanece

Cada día podría leer tus sueños,
y sería siempre un poema distinto,
mejor, por haber amanecido.
Y añoraré el tiempo que perdí,
pensando que era aburrido
que los primeros luceros del alba
alumbraran siempre la misma piel,
brillante, nívea, única, extraña
al tacto y a mi sonrisa,
esperanzada, pero vieja, gris, agrietada
por el paso de los años, 
no, de los miedos.

Pero ahora soy valiente, al menos
lo suficiente para admitir que hace tiempo
que debería haber corrido hacia ti.

No te pido nada más que seas.
Amanece una mañana más, 
Luz del día.

domingo, 26 de mayo de 2013

Silencios cómodos y temblor de piernas

      Y allí estaba ella, y yo. Pero ella... Menuda cara. ¡Sin aliento me deja! Y ese temblor en las piernas... Cómo lo echaba de menos. Silencios cómodos, de esos que pasas reproduciendo lo que le dirías si fueras un poquito más valiente. ¡Eso es! Un poquito. Un pequeño paso. Empezar. El resto sería imparable. Sería el primer latido. El primer tic que anticipara el tac. Eso es. El tac. El tac es imparable. Empezar. "Espera", diría. "Me gustas". Eso sería todo. Quitarse la tirita de golpe. Cuesta, pero hay que hacerlo. Me gustas. A ella, la de los ojos de actriz francesa. me gustas. A la de la boca de fresa. A la del sol en la sonrisa. Me gustas. El resto, Dios dirá. Le di aquel papel lleno de garabatos insinuándolo. Boca de fresa, sonrisa de luz, mirada infinita en ojos de Bardot.
      
(Me gustas. Mientras viajamos en el tiempo y somos niños otra vez. 
El resto será silencio. 
Y en el eterno momento de segundos que nos separan de la despedida. 
Durante la infernal espera y demora de lo que tiene que pasar. 
Mientras pasa aquello, guardaré silencio. 
(Shhhhhh...)
Besaré, inocente, tus rodillas y sus heridas. 
Acariciaré, con cautela, cada sueño y fantasía. 
Oiré siempre tu risa. 
Seré siempre rehén del silencio, y esclavo de todo lo que no supe decir.)

¡Silencio, he dicho!
     
      Me siento como un recluso que acaba de salir de la cárcel, y se pierde en la inmensa profundidad, y se aterra del aire que le rodea, y se le cruzan los pies al pensar en todo lo que le queda por caminar. Sé mi apoyo, sé la luz que espera al final del túnel. Sé el Cádiz que acogió mi tristeza y me dejó coloráo el corazón. Sé las alas que necesito para sobrevolar estos muros que me separan de la libertad. Que no es libre el que a cada amanecer no tiene una nueva sonrisa con la que despertar.

Calla, porque es grito el silencio que guardo, 
y necesito más que nunca que me escuches.

jueves, 2 de mayo de 2013

Claroscuro, juegos de luces, sombras y sentimientos

Cada noche crecen más mis ojeras,
y los sueños pesan más.
Tú te alejas,
y tu risa queda atrás.
Ya ni te veo.
Pasaste de ser la línea que limitaba mis sentimientos,
a ser un punto perdido en el horizonte.

¡Malditos ojos rojos y cansados
                 [que no te saben ver!
¡Maldita alma marchita y moribunda
                 [que te dejó escapar!

Mira –dijo–, todo lo que baña esta luz un día será tuyo.
Y de pronto calló el telón.